No puede, ni quiere intentarlo. ÉL ve la mirada de J habitando en todos lados. A tres mil pies de altura en el avión.
A mil dos cientos kilometros de distancia repecto a su hogar.
Hoy, en el gris y brumoso paisaje de Culiacán.
Mañana, seguramente, en el mar de Mazatlán.
Es que para ÉL, su chica, simplemente J, habita en todas partes...
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