viernes, 29 de junio de 2007

Día de la Raza en NY



2 DE FEBRERO DE 2007
Hoboken, Nueva Jersey. 13:32 hrs.
Mientras lavaba los platos, Rosario sintió como si un agudo chillido rasgara sus timpanos. Un tronido proveniente de la estancia de su pequeño departamento le hizo creer que los vidrios de las ventanas se habrían roto.
Inquieta, salió de la cocina, y al entrar a la habitación se sorprendió al observar que nada físicamente tangible había pasado.
Caminó a la recámara sólo para confirmar que Nelly, Valeria y Ana jugaban frente a la televisión.
Sin embargo, un presentimiento, una clase de dolor agudo se alojó en su corazón.

Bergen, Nueva Jersey. 13:35 hrs (aprox.)
Apenas tuvo un instante para tomar razón de lo que acontecía. En cuanto Arturo escuchó el agudo chillido que anunció la explosión de los vidrios de la puerta de entrada a la fábrica en que trabajaba, fue sometido por dos agentes de la "migra". En seguida fue arrodillado, esposado y trasladado a una camioneta que en cosa de hora y media lo tenía frente a un juez en el aeropuerto de Newark.
Cosa de seis horas más tarde, Arturo ya volaba hacía Centroamerica. Deportado. Obligado a dejar atrás el incipiente sueño americano. Pero con la angustia de que apenas pudo avisarle a Rosario de la situación.
Una llamada. Menos de tres minutos.
- Me agarró la migra. Me van a mandar de regreso. Cuida a las niñas. Ya veré cómo me regreso.




1 DE MAYO DE 2007. UNION SQUARE, NUEVA YORK

"¡Bush, escucha, el pueblo está en la lucha!", grita Rosario, mientras se las arregla para cuidar a Nelly, Valeria y Ana, quien se ya duerme en la carreola pese al multitudinario bullicio que forman de los cinco mil manifestantes que protestan de nuevo por sus derechos.
Rosario grita como pocos. Acaso, harta del silencio de Arturo, de quien lo último que supo cinco semanas atrás es que había comenzado por tierra desde Centroamerica la travesía de regreso a la Unión Americana.
No sabe que suerte corrió su pareja.
No sabe del futuro de sus hijas.
Sólo sabe que está harta de la persecución de los gringos contra los inmigrantes.
Y que su sueño americano es hoy una pesadilla.
El sobresaltado despertar que le provoca cada mañana el recuerdo de aquél agudo chillido que aún le rasga los timpanos...

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