viernes, 6 de abril de 2007

Memorias periodísticas (2)

Nota publicada en
El Universal, sección Deportes
7 de julio de 2001



FULMINAN SUEÑO MEXICANO EN FRANKFURT

Alfonso Mancilla

Enviado

Frankfurt.— La banca mexicana es un cementerio. Todo es silencio. Los jugadores miran la algarabía desatada en el otro extremo del emparrillado. Es la selección japonesa que celebra con escándalo el bicampeonato obtenido luego de vencer 34-14 a México, en la final del Segundo Mundial de Futbol Americano.

Es el contraste de la victoria y la derrota en el estadio Hanau. Los mexicanos están dolidos, saben que las seis pérdidas de posesión del ovoide y falta de concentración les hicieron más daño que los sables de los guerreros samurais.

No pueden argumentar nada. Agachan la cabeza y comienzan a repasar por su mente los momentos claves de la contienda, mientras que Edmundo Reyes, entrenador del equipo, aprieta los labios y parece hacer un examen de consciencia interno respecto a las decisiones que influyeron en el resultado.

El sol de las nueve y media de la noche en Frankfurt parece no alumbrar el oscuro mar de dudas. La primera: ¿cómo pudieron cometerse 15 castigos, nueve de ellos defensivos?; la segunda: la cuestionable incursión de Carlos Altamirano como quarterback titular, y, la tercera: la notable superioridad en la estrategia de los antípodas.

Reyes, quien dos días antes lució como un genio del futbol americano, parece no encontrar explicación. Sólo admite que la falta de preparación de cara a la competencia fue más evidente en el momento que se toparon con un enemigo altamente competitivo y compenetrado.

Es el segundo campeonato mundial para Japón. Es la segunda afrenta mexicana en esa misma instancia. Es la triste estampa de Altamirano, quien durante su última jornada como jugador activo, tiene una actuación claroscura: si bien lidera el ataque que pone adelante a México 7-0, rubricado con una carrera de cuatro yardas de César Barrera, también carga con el peso de una intercepción en su contra, la cual fue regresada hasta touchdown por el linebacker Taneito Tamai durante el segundo cuarto y le da la primera ventaja a los asiáticos de 14-7.

Son los gritos ahora ahogados de Israel "Tito" González, el liniero defensivo mexicano, quien tiene que aceptar la afrenta de que la defensiva mexicana fue barrida en el tercero y último cuartos, lapsos en que los corredores nipones lucieron como auténticos bólidos que sembraban a su paso a los defensivos y permite que Japón aventaje 17-7.

Japón luce un ramillete de variantes en su ataque. El quarterback, Yuichi Tomizawa , simplemente cede el balón al corredor Ikunori Hanna, quien se despacha con 125 yardas terrestres, una anotación y encabeza un ataque que por tierra suma 221 yardas.

Antonio Zamora tampoco posee argumentos. Si bien acercó al equipo 17-14 con un pase de anotación para Alberto Wong en el tercer cuarto, nada tuvo que ver en el par de golpes que fulminaron las esperanzas mexicanas: una escapada para touchddown de 58 yardas de Hanna inmediatamente después de los puntos mexicanos, y un balón suelto del propio Wong cuando estaba dentro de la yarda 20 enemiga y acaba con el paso de un prometedor ataque.

Ahí está Japón. Levanta el trofeo que le acredita como el monarca del mundo. Está rodeado de sus 60 porristas y 36 periodistas que los acompañan en la travesía. Celebran que México no puede ganarles y crecen las heridas heredadas del primer mundial en Palermo y el Tazón Amistad, el año pasado.

Con ocaso de las 10 de la noche Frankfurt mueren las ilusiones y se alimenta la tristeza azteca.