Tejiste en el oleaje de su ausencia una red que te permite atarte a la pequeña barca en la que aún flota tu raciocinio.
Está compuesto del hilo que forman sus recuerdos:
los besos tibios de las nueve de la noche;
las miradas sabor a chocolate de la media noche;
el recorrido por sus hombros de 4:00am;
los abrazos de las seis de la mañana;
su sonrisa eterna del desayuno.
El mar de su ausencia tiene una brava marea de desolación, confusión, tristeza y añoranza.
Te abrazas a sus rostros préteritos para sobrevivir una noche más a la deriva (a las nueve pm vuelven a ser los besos tibios, etc...)
El puerto de llegada, a sólo nueve días, sigue siendo su presencia...
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