Gracias a Eduardo Carrera, poeta argentino, que en la sinopsis de su libro describe que de niño creció con el olor a pasto como perfume permanente y el firmamento estrellado por testigo de sus travesuras.
El Poncho halló dos de sus textos acerca del arte supremo de soñar.
SUEÑOS
Los sueños son aventuras
que la noche nos susurra;
cuanto a ella se le ocurra
lo embadurna con diabluras;
historias en hojas sueltas
que la oscuridad rescata
y después nos las realta
sabiendo que están revueltas.
Los sueños son ocurrencias
que permanecen despiertas,
juegan a sewr descubiertas
en noches de confidencias;
deambulan sin agotarse
mientras sueltan frases rotas
para arribar, cual gaviotas,
y entre sábanas colarse.
Los sueños son el reencuentro
con cajitas musicales;
son también los ventanales
para mirar adentro.
SOÑAR
Cerrar los ojos y ver
un conejo tras la puerta,
y en una calle desierta
verse uno mismo correr.
Dejar al sueño que elija
el juego más ingenioso:
ser pirata bondadoso,
ser un trueno o lagartija.
Dar un salto y alzar vuelo
sin almohada ni equipaje;
despertar del largo viaje
al tocar los pies el suelo.
Soñar es ver los colores
nunca antes imaginados,
y en el cielo reflejados
el vuelo de los ruiseñores.
PUERTO MASCOTAS
En el país de los sueños
con fronteras de bostezos
habitan monos, sabuesos
y hasta piojitos pequeños.
Hay un puerto dibujado
al que arriban cada noche,
desde Alaska a Barriloche,
mascotas a puro nado.
Este es el Puerto Mascotas,
puerta de entrada a los sueños,
donde no hay jaulas ni dueños
sino el vuelo de gaviotas.
Luciendo colores varios
puercoesquín su pelo alacia;
lo retocaron con gracia
pinceles imaginarios.
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