miércoles, 28 de marzo de 2007

Memorias periodísticas (1)

¿Qué sería de la vida profesional y de la vida misma sin el privilegio de la memoria?

Reflexión que intenta tomar El Poncho en el mes que cumple ocho años de trabajar en el periodismo.

Ocho años.
Ocho años.
Ocho años.
Ocho años.
Ocho años.
Ocho años.
Ocho años.
Ocho años.

Escrito en ocho renglones, leerlo no toma ni ocho segundos; pero, afortunadamente, el cúmulo de vivencias, aprendizaje, experiencias y (por supuesto) el número de kilómetros recorridos por aire o tierra, le han legado al Poncho la posiblidad de afirmar que es un ser humano diferente en la primavera del 2007, al que llegó con un CV bajo el brazo para pedir una oportunidad en la redacción de La Afición, un 18 de diciembre de 1999.

Sirva, pues, el pretexto de conmemorarlo y para rescatar algunos textos arrumbados en el ciberespacio del dueño del blogger.

Otras, las vivencias, se relatarán pero con el método utilizado por Gabo García Márquez en su libro Vivir para contarla:

"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla..."

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(Nota publicada en "El Universal", sección deportes, 28 de octubre de 2002)

"NACHO’ VALDÉS


EN SU TARDE DE HÉROE


El quarterback lleva a la final de la Conferencia de los
10 Grandes al Tec CEM

Alfonso Mancilla

En este instante eres el centro del mundo. Tu nombre, Ignacio Valdés, es coreado por la tribuna y tus compañeros se arremolinan para abrazarte seducidos por el aura de héroe que esta tarde te cubre.


Eres el quarterback de Borregos Campus Estado de México (CEM) y guiaste a tu equipo hasta un triunfo de esos que no se olvidan, épico; en el que mostraste tranquilidad e hiciste posible el triunfo por 37-31 sobre Borregos Toluca y ganaste, además, el derecho de disputar la próxima semana el título de la Conferencia de los 10 Grandes frente a Borregos Monterrey.


Nada te amilanó.



Ignoraste los once puntos de desventaja en el marcador a la mitad del tercer cuarto y manejaste con la precisión de un cirujano la serie ofensiva que permitió al CEM empatar la pizarra a 31 unidades para forzar la definición del resultado en series de desempate.


Dices que tu ídolo es Dan Marino, y que en su honor portas el número 13 en el jersey, inspirado por las inverosímiles volteretas que aquél realizó en la NFL y lo convirtieron en leyenda.


Desde ahora puedes sentirte feliz. El temple con el que avanzaste al frente de los lanudos 70 yardas con sólo 2:23 en el tiempo de juego hasta llegar a la zona prometida rival, te permiten iniciar un mito propio en la ONEFA.


El pase de 13 yardas que completaste con Luis Vargas desató un manicomio en las gradas y cerró el dramático trámite del tiempo regular del juego.


Eran los momentos en que la tensión se apoderó de los cinco sentidos.

Podía sentirse en los acelerados ritmos cardiacos; verse en el rostro de tus compañeros.

Saborearse como un trago de saliva amargo; olerse en la transpiración de los gladiadores.

Escucharse en los desesperados gritos de cada uno de los entrenadores.


Y tú, simplemente mantuviste un gesto inexpresivo; atrapado quién sabe en qué pensamientos.

Cuando Toluca falló en su oportunidad al ataque debido a un fumble en la yarda cuatro del corredor Nordi Ben, sabías que el destino te miraba de frente.


De nuevo pulverizaste a la defensiva rival y avanzaste 40 yardas hasta el corazón de su territorio. Mauricio Islas simplemente rubricó la cátedra de ejecución con acarreo de una yarda que selló el resultado.


Los números resumen en cuatro pases de anotación y 331 yardas por pase, tu labor dentro en el campo. Pero el reconocimiento al valor intangible del liderazgo se refleja en el homenaje de tus compañeros.


Eres el centro del mundo. Borregos Monterrey hoy no existe.
Ya tendrás la final para enfrentarles.

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