Querida mujer:
Aprovecho, como cada año, la conmemoración de tu día para reiterarte mi admiración, respeto y cariño.
Porque si recibes este mensaje eres seguramente una de las mujeres que me han permitido conocer tu fortaleza, valor, entereza y obstinación para no claudicar ante un mundo que parece obstinado en no reconocer tu valor.
Gracias, porque en todos los casos, seguramente me compartiste de tu inteligencia.
Gracias, porque según el caso, te saludé con un beso gris o un beso blanco.
Y gracias, porque en la minoria de los casos, compartí contigo un instante inolvidable.
Mi deseo, es que recibas hoy y todo el año el valor que mereces.
Mi obsequio, por si tienes unos minutos más para leer, es lo escrito precisamente por una mujer.
Te mando un abrazo, en esta ocasión, mucho, mucho más grande...
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...niña que duermes bajo la mirada de Dios,
te deseo que no te pierdas nunca;
que vayas por la vida con la paciencia como mejor aliada;
que conozcas el placer de generosidad y la paz de los que no esperan nada.
Que entiendas tus pesares, y sepas acompañar los ajenos.
Te deseo una mirada limpia, una boca prudente, una nariz comprensiva, unos oídos incapaces de recordar la intriga, unas lágrimas precisas y atemparadas.
Te deseo la fe en una vida eterna, y el sosciego que tal fe concede...
(Extracto del libro "Mal de amores", de Ángeles Mastretta)
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