viernes, 12 de enero de 2007

Esto del escrito inaugural

Arrojado a la tiranía de la edición como parte de su obligación cotidiana en el diarismo deportivo, El Poncho dedicó una de sus 12 uvas del Año Nuevo al propósito de desempolvar el gusto por soñar, maravillarse con el mundo, contar historias, lo cual había hallado un plácido lugar de desarrollo durante sus cinco-casi-seis años de labor reporteril.
Historias de esto, historias de aquello.
Crónicas de lugar, de personajes, de hazañas deportivas.
Su sueño se manterializó gracias a la llave que abrió la puerta del mundo periodístico.
Y sin embargo, cuando decidió inaugurar un blog-tugurio (por aquello de que pueda ser un refugio tan comfortable como el bar Pedro Infante a las cinco de la mañana), El Poncho se topó con que no sabía qué era lo que debía/quería escribir. Que historia contar con aquello de los nervios provocados por el texto inaugural.
Sólo sabe que desea, a través de sus escritos, plasmar lo que viva, lea, escuche, recuerde, invente, disfrute, o sufra de
un libro
una película
una canción
un amigo
un beso que se cuente despacito
una majestuosa venida
la bohemia de la madrugada anterior.
Desea contar sus sueños y volverlos poseía.
Sin más, se lanza a este viaje con/sin retorno...

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